Itá Letra


Ita Letra: A 22 kilómetros de Villarrica, en pleno corazón de la ordillera de Ybytyruzu, palpita un misterio. En medio de un bello e imponente paisaje de verdes serranías, una maciza pared mineral guarda antiguas y extrañas inscripciones en la roca (petroglifos), cuyo verdadero origen se pierde en la noche de los tiempos.

El peñasco, conocido popularmente como Itá Letra (Piedra con letra), se encuentra en la compañía Tororo. dentro de la finca rural de la familia Fernández, hasta donde se llega a través de un precario camino de tierra.

"Siempre fue un lugar lleno de historias y cosas raras. En época de los López, mi abuelo no quiso ir a la Guerra Guasu (1865 - 1870) y vino a esconderse aquí, en Ita Letra. El me contó que los indios consideran sagrado a este sitio y los dibujos en la piedra les daban miedo, como si tuvieran magia", narra Pablo Leonor Fernández, el actual propietario del predio de 15 hectáreas donde se halla el peñón con los petroglifos.

Hace dos décadas, cuando entró a ocupar la parcela de terreno, Fernández no tenía ni idea del gran valor histórico y cultural, ni del potencial turístico que tenía el gran promotorio de roca que quedaba en su patio.
"Un día llegaron unos señores extraños y me pidieron permiso para entrar a ver. Me explicaron que esos dibujos en la piedra valen mucho, y que tenía que cuidarlos para que no se destruyan. Desde entonces, cada vez llegan más y más personas a visitar, incluso del extranjero. Nosotros estamos orgullosos de ser los cuidadores, pero hasta ahora no sacamos ningún provecho económico. Somos una familia humilde", dice el padre de 12 hijos, quien sueña en que la explotación turística del sitio ayude a la pequeña comunidad de Tororo a salir del aislamiento.

Un secreto bien guardado: A unos cien metros de la vivienda se llega al peñasco, que tiene la forma de un torreón de castillo medieval. En una de la paredes está la primera serie de grabados: trazos curvilíneos, figuras extrañas, símbolos indescrifrables que se entretejen. Y un detalle llamativo: una perfecta cruz cavada en relieve.
Hay también pedazos que faltan, bloques con inscripciones que algún bárbaro depredador se llevó como recuerdo o "souvenir". Y no faltan los "aportes modernos": inconscientes visitantes que quisieron sumar su arte, dejando grabadas sus iniciales. Una evidencia de que hay que redoblar la guardia para proteger este importante patrimonio.

Subiendo por un sendero se llega a una especie de gruta, donde hay otra serie de grabados. Más figuras extrañas, una espiral y un símbolo que se parece a la representación del sol. Y nidos de avispas que revolotean amenazantes, como si fueran los guardianes de tan antiguo misterio.

Fuente: Museo Fermín López






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