
Parque Manuel Ortíz Guerrero (Ycua Pyta)
Está ubicado en el barrio
Centro, le delimitan las calles
Gregorio Benítez, Coronel
Oviedo y Dr. Botrell.
Dice Artemio
Franco Preda, que la historia
del Ycua Pyta comienza en la post
guerra de la Triple Alianza, cuando
en 1876, hubo una prolongada sequía
y la entonces Junta Económica
Administrativa, dispuso la excavación
de un pozo de agua potable, en el
sitio ocupado hoy día por
el estadio. Como es zona de nacientes,
el agua fluyó y sigue sin
pausas.
Luego en 1883 la autoridad comunal,
presidida por Francisco Gorostiaga,
ex combatiente de la Guerra Grande,
ordenó la construcción
de un tajamar. Desde entonces el
Carumbey, como se lo denominaba
fue tajamar donde llegaban los animales,
pero también los bañistas
en la epoca de verano.
El Ycua Pyta ahondando para salvar
la necesidad de agua potable durante
la sequía de 1886, fue alambrado
en 1909.
Se constituyó siempre en
el orgullo de los guaireños.
Aprovechando el flujo de agua se
costruyó una piscina en 1924
y dos años después
aquello se transformó en
el sitio de recreo que hasta hoy
es, con confitería, servicios
al público y zona de recreación.
En 1936 el intendente Silvio Codas
designó al Ycua Pyta con
el nombre del poeta. Este había
muerto en 1933, a la edad de 39
años.
Desde 1940 el olvido convirtió
en parque abandonado al Ycua Pyta,
hasta que en 1962 el intendente
Gilberto Careaga remodeló
la plaza y cultivó árboles.
La escultura alegórica a
la memoria de Manuel Ortíz
Guerrero se debe a la iniciativa
de un amigo de adolescencia de Manú,
Eugenio Friedman. Dicha obra es
del escultor Javier Báez
Rolón. Al cumplirse el 8
de mayo de 1983, cincuenta años
de su muerte, siendo intendente
el Dr. Nery González, se
trasladaron sus cenizas de La Recoleta,
al Parque que lleva su nombre.

Por fin se cumplió su testamento hecho canción: reposar bajo las alas de un Panambí, en su tierra natal. Al intendente Dr. David Obregón le correspondió llevar adelante las obras que definitivamente dan sustentabilidad a la laguna y al Parque. La extracción del barro que colmataba dos metros y medio de la laguna, se logró en 8 meses de trabajo. Ahora el agua es cristalina, el producto de un trabajo bien organizado de ingeniería que recoge el desague pluvial, sin que llegue a las orillas del Ycua Pyta. La laguna tiene una superficie de 1 hectárea, con 3 metros de profundidad. Se ha colocado un pontón en el centro y fuentes de agua que elevan sus chorros, entre los cuales se navega en las canoas puestas a disposición de los interesados. Rodeándola hay un circuito peatonal, canchas de arena, plantaciones de árboles nativos y una piscina olímpica.
Fuente: Museo Fermín López
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